Literatura
Leí Montevideo de Enrique Vila-Matas. Tuve un presentimiento con este libro, tenía la certeza de que se trataba de un buen libro. Sólo había leído un libro del autor, allá por 2012, compré antes de marchar de Erasmus a Irlanda, compré Dublinesca y lo leí imaginando que algún me día, si bajaba a Dublín (en aquel momento yo estaba destinado en Irlanda del Norte) me encontraría con el autor. Jamás ocurrió. Además el libro me costó, y aunque recuerdo alguna escena, no me dejó mayor poso. Tal vez deba volver a él. El caso es que con este tuve una corazonada. Vi que la presentación se daba en Fundación Telefónica y decidí pasarme para escuchar al autor. Me entretuvo muchísimo. No lo he comentado, pero además de conocer al autor personalmente tenía la intención de conseguir un ejemplar firmado, con la mala suerte que el libro lo había comprado en Elche y allí se quedó, así que tuve que comprar otro ejemplar, para no quedarme sin, y conseguí que me lo firmara.

El autor se enfrenta a sí mismo, aunque lo niegue, puerta a puerta enfrenta las teorías literarias que presenta que de algún modo, dicen los que saben, habla con el resto de su obra. Cada capítulo tiene el título de una capital y narra un viaje que transita las ciudades, busca y cruza puertas físicas y mentales. Ante mí, se abría una lista de destinos en las próximas semanas de septiembre y octubre y me decidí a emular personalmente un Montevideo propio, reducido a unas pocas semanas. Dedicaré una entrada a esto, que conté y completé en instagram.
Vi en el kiosko que empezaban las colecciones, las obras clásicas de gredos se iniciaban con la Ilíada, pensé que por 5 euros debía comprarla. Así lo hice e inicié su lectura.
Viajé a Kigali, capital de Ruanda. Y a Bruselas, capital de Bélgica. Comencé mi diario de viajes.